miércoles, 4 de agosto de 2010

un escenario (des)habitado

Curioso y sugerente se presenta un escenario vacío a la espera de nuevos decorados y transitorios moradores. Inquietante, además, si este espacio es un antigua nave agrícola, ahora sin funcionamiento y reconvertida en sala de exhibición o ensayo.

Este es el lugar donde, desde ayer, Elena Córdoba se ha desplazado junto a su equipo para realizar los últimos días de residencia antes de la presentación de la pieza.

Una nave acostumbrada a acoger actuaciones de muy distinto tipo y sin embargo carente de demasiadas huellas, al menos aparentes. Cualquiera se sentiría tentado a detenerse en sus paredes en busca de alguna señal que delatase el paso de habitantes e historias anteriores. Nada en exceso evidente. Tan sólo restos anecdóticos de puestas en escena recientes, como el ataúd que el Colectivo 84 usó a modo de nevera en su obra Morro como país.

De este modo, la nave se convierte en un breve tiempo y sin dificultad en la nueva casa de Elena Córdoba y familia. Retomada la rutina y tras un incidente matinal, la tarde ha estado por entera dedicada a definir las tres Evas que hará Elena en forma de estribillos de la obra. La idea es que cada Eva sea la misma pero otra, una repetición capaz de dar lugar a diferencias y, a la vez, que sirva para articular las distintas secciones que componen la pieza.

El mito cuenta que Eva fue expulsada del paraíso como consecuencia de su pecado original. No obstante, la historia dejó por aclarar si esta condena fue o no –en algún sentido- gozosa.

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