viernes, 30 de julio de 2010

29/07/2010



2º día de residencia.

Elena sugiere que es el momento de hacer cuentas. Para los no-iniciados -yo entre ellos-, esto significa medir la música con el cuerpo o, más bien, acoplar la música a los ritmos y danzas que el cuerpo crea. Para realizar estas cuentas, se usan sobre todo escuchas y silencios. Lo cierto es que este ejercicio de coordinación se asemeja a la estructura de una jamsession: una ordenación de lo improvisado, en este caso,de aquello que surge del cuerpo.

En paralelo, Camille comienza a bailar la zona abdominal: oblicuos, recto y diafragma se ensanchan y comprimen al ritmo de la respiración. En algún momento, Elena le propone dar voz a ese aire que inspira y expira al ritmo de cada movimiento. Difícil, al menos por ahora, sincronizar voz, respiración y cuerpo. Asumen que están todavía en fase experimental y que necesitan más tiempo y reposo para definir cada una de las materias.

No obstante, a lo largo de este ensayo matinal han ido apareciendo imágenes y formas susceptibles de ser puestas en escena. En particular, algo que Elena ha llamado “gran danza del vientre”; una suerte de ola abdominal a través de la cual cada músculo resulta asilado hasta diferenciarse del conjunto en que se integra.

La sesión de la mañana se interrumpe por la llegada de otro miembro de la familia Córdoba: María José Pire, compañera y amiga de Elena, además de bailarina en un gran número de sus creaciones.

Tras la comida, nueva fase de este ensayo, hoy a jornada completa.

La tarde comienza con la intención de coreografiar el dúo que Montse y Camille comparten dentro de la sección dedicada a la danza de las articulaciones. De nuevo la música ha de acoplarse al cuerpo, aun sin pautar sus movimientos. Elena quiere que melodía y cuerpos no se acompañen sino que se contrapongan, se desdigan, se confundan. Tiene el convencimiento de que en lo imperfecto se esconde un tipo particular de belleza o, al menos, es ahí donde ha decidido buscarla.

Ante esta tentativa de coreografía (anárquica), surgen varias preguntas:

¿Cómo pautar una improvisación?
¿Cómo ordenar el desorden?
¿Cómo establecer una lógica en el caos?
¿Cómo asociar discontinuidades?

El orden, lo armónico o lo equilibrado no tienen cabida en este ejercicio extremo de belleza donde lo único importante parece ser la toma de conciencia acerca de los límites –corporales, de resistencia, artísticos-.

28/07/2010


Entrar en un ensayo se asemeja a irrumpir en el interior de una casa. Por mucho que a uno le inviten, nunca deja de sentirse un tanto extraño.

La mirada de este intruso recorre paredes, muebles y retratos, buscando en la familiaridad rastros de signos cotidianos, con la confianza de que detrás de cada objeto se encuentre alguna historia o al menos sirva a la imaginación para inventarla.

Una sala de ensayo se presenta así, a ojos del espectador curioso, como el salón de una casa. Sus huéspedes son cuerpos en escena y, sin embargo, no deja de sorprender que se muevan en ella como si pertenecieran desde siempre a este espacio.

Hoy es la segunda ocasión en la que tengo oportunidad de adentrarme en la casa de Elena Córdoba. Su familia, literal y metafórica, está formada por las bailarinas Montse Penela y Camille Hanson; el escenógrafo –y a su vez compañero- Carlos Marquerie, y por sus hijos, Juan y Manuel.

El hogar es, en este caso, un antiguo teatro de un pueblo en el interior de Portugal llamado Montemor O-Velho, lugar donde desde hace 32 años se celebra el festival Citemor.

Esta residencia será tan sólo un tránsito, un espacio que esta inusual familia habitará durante tres semanas. No obstante, de la provisionalidad de esta estancia surgirá un resultado -aún efímero, imperecedero en su carácter de huella-, una obra de escena titulada Expulsadas del Paraíso. Esta pieza, además, pondrá término a la última fase de un proyecto de investigación científico-estético que Elena Córdoba comenzó hace tres años y que tiene como nombre Anatomía Poética.

Tras dos obras de escena (La Mujer de la lágrima; Todo lo que se mueve está vivo); una instalación con acciones (El aire. Fotografías del alma); y varias series de videos (Piezas macabras; Piezas móviles)- la creadora ha emprendido un nuevo estudio acerca de la anatomía del útero para aproximarse a los procesos de reproducción/corrupción, y a los movimientos del conjunto de músculos, articulaciones y huesos que en esta zona del cuerpo humano se encuentran. Junto a las danzas del tragar, del digerir y del evacuar; aparecen asociadas mitologías de la creación así como de las figuras de Venus y Eva. .